Yuya Tsukahara / Contact Gonzo
Sobre la libertad física, y la creación desde el accidente

Nunca me imaginé a mí mismo haciendo performances solo, pensaba que estaba más separado de la gente que se hace llamar artista” reflexiona Yuya Tsukahara, cofundador de Contact Gonzo.

Yuya estudiaba en la Universidad y realizaba una investigación en artes escénicas, más orientado a danza contemporánea,  como Yuya no tenía dinero, en el 2000 entró como staff voluntario a Dance Box, un espacio independiente de danza que antes estaba en Osaka -ahora se encuentra en Kobe- “para estudiar sobre una situación local, tienes que ver el trabajo y lo más posible; en Dance Box ayudé en varias tareas y me involucré en la parte técnica, porque teníamos muy poco presupuesto para correr las obras, desde poner el play al video, alistar el videoproyector, me divertía, estaba más en el proceso de creación. Al ayudar, el teatro me permitía entrar a ver las obras, yo tenía mucha curiosidad acerca de cómo las personas que se dicen artistas crean su trabajo y toman decisiones en su proceso; yo no era un artista, cómo decirlo… yo era un investigador, un fan del arte contemporáneo, un observador. Vi mucho, mucho trabajo de la escena contemporánea”.

Mariana. Y estabas concentrado en la escena de Osaka

Yuya. En realidad en la prefectura de Kansai, que incluye a Osaka, Kioto y Kobe. Fueron días felices en Dance Box, cada semana teníamos una obra diferente, muchos artistas que venían, afterparties y entonces yo cambié más de estudiar la escena desde lo escolar a ir hacia las actuales creaciones en teatro, involucrándome aún más, haciendo el diseño de volantes…  cuatro años después ya estaba a cargo de proyectos; en un momento dado empecé a imaginar ¿qué haría yo si estuviera en esa posición, como artista?

     Paralelamente al surgimiento de ésta y otras preguntas, Yuya se encontró con Masaru Kakio,        bailarín que había estado presentándose en Dance Box y mostrando obras de gran formato

Para mí, él era el artista más interesante en ese tiempo y empecé a hablar más con él y  a videograbarlo como tú lo estás haciendo conmigo. Había un gran proyecto en otro pueblo de Osaka y le pedí que se uniera como artista: él estaría haciendo cosas alrededor de toda la ciudad y yo haría el video, quería ver qué ideas saldrían al estar caminando por la ciudad y al observar a la gente, el parque. Lo estuve siguiendo por tres o cuatro meses, y resultó un video de 60 minutos. Continué trabajando en video con él y además empezamos a escalar montañas, rocas y nos íbamos fuera de los senderos, yendo hacia los arbustos… hacíamos muchas locuras ahí.

Un día Masaru me pidió que me uniera a un workshop de improvisación de contacto, y después de éste, él quería seguir haciéndolo por su cuenta en el parque, donde gradualmente empezamos a hacernos golpes más duros, no sólo empujones suaves. Improvisar a base de golpes más fuertes era natural, yo no soy bailarín, no sé cómo moverme si tú haces contacto conmigo “suavemente” o qué reacción se espera de mí. Si vas a moverme de un lugar tienes que empujarme, así es que hacíamos toda clase de cosas para hacer que nos moviéramos, provocarnos reacciones, etc. porque de la otra manera -la suave- podía imaginar qué harías, hacia dónde iría el movimiento. Además probábamos con algunas técnicas de las artes marciales o lecciones que él recolectaba de revistas especializadas en el tema -Masaru es un maniático de ellas -. Ese es el principio de Contact Gonzo”


“Improvisar a base de golpes más fuertes era natural, yo no soy bailarín, no sé cómo moverme si tú haces contacto conmigo “suavemente” o qué reacción se espera de mí.”


Así, empezamos sólo nosotros dos, era algo muy fácil de observar, el contexto era muy simple: la persona recibe, y empuja el otro también. Posteriormente incluimos a un amigo mío de la universidad, él es el tercer miembro de Contact Gonzo; al hacer estas exploraciones en trío, todo se volvió más complejo: accidentes y movimientos “no buscados” sucedieron, porque una persona distinta vendría de un lugar que no te esperabas y esto se convertía en una gran oportunidad para mí para pensar sobre las artes escénicas, porque los accidentes que sucedían en la escena eran muy muy frescos, impredecibles, sorprendentes, y es más interesante observar la reacción de los performers, cómo resuelven este error o accidente, sostener así las cosas; después de ver tantos trabajos de teatro parecía que la coreografía era más una idea de control o guiar el movimento, tener una cierta precisión, pero para mí la coreografía era y es, lo que sucede fuera de la parte controlada.


” para mí la coreografía es eso que sucede fuera de la parte controlada.”


M. ¿Esa también fue una razón para continuar profundizando en la idea de improvisar?

Y. Un poco, pero incluso yo no estaba muy metido en ella, por ejemplo yo era más de tener antecedentes en el soccer, y yo veía el soccer como una especie de performance, cuando una persona recibe una barrida, vuela y se cae, eso es una forma muy bella del cuerpo; cuando tenía cinco o seis años, cortaba todas las revistas de soccer y las ponía en la pared, las observaba y ¡wow!, esta clase de movimientos para mí, ya eran artes escénicas.

Sólo hice futbol hasta la prepa, en el soccer hay mucho contacto y tú puedes decir que las reglas del futbol en sí mismas son una especie de coreografía: guían el movimiento de 20 personas, pero los jugadores toman sus propias decisiones -que son coreografiadas- hay nuevas técnicas y nuevas ideas involucradas y están evolucionando cada día. Esta clase de sistema para mí era algo muy interesante que podía adaptarse al arte escénico, además como nuestro “contacto” era muy fuerte, nunca se sabe qué va a suceder: si caerás al piso y luego te pararás, o si lograrás escapar de ese golpe, si te quedarás quieto, si te enojarás, por lo que hay capas y capas para que el performance pueda continuar.  En contraparte la danza me parecía que no era tan libre. En una compañía dependían de las decisiones de un director, un coreógrafo… entonces yo pensaba que si cada bailarín, cada idea coreográfica está dentro de su cerebro y por supuesto compartiendo la estética y un sistema  donde ellos pudieran decidir qué hacer en la escena, podría ser más como un “sistema híbrido” en las artes escénicas

M. Pero siguiendo las reglas

Y. O quizás creando las reglas algunas veces

M. ¿Durante el proceso? ¿Durante la presentación?

Y. Ambos, porque nuestros performances gradualmente han cambiado en siete años, cambian los modos de hacer y muchas veces inician por accidente, por ejemplo, antes no saltábamos hacia las espaldas, pero un día alguien lo intentó, se sostuvo y luego cayó al piso. No sé quién lo hizo primero pero se veía bien y una vez que yo lo probé también era divertido. Cuando esta clase de movimiento se convierte en una tendencia, continúa dentro de la escena, es como el lenguaje: algunas palabras se vuelven muy populares en una comunidad, pero quizás el próximo año nadie las menciona; así inventamos nuevos movimientos por accidente o intencionalmente y algunos se quedarán y otros no se repetirán jamás porque no son tan divertidos. Esta clase de invención está sucediendo todo el tiempo.


“Las reglas del futbol en sí mismas, son una especie de coreografía”


M. ¿Y cómo fue la reacción de la gente ante esta propuesta? ¿Había una lectura de “violencia”?

Y. Sí y no. Cuando empezamos esto nos podíamos imaginar el discurso que se generaría alrededor nuestro porque pegar, golpear, cachetear a gente en un lugar público podría tener muchos significados y así sucedió, pero había algo más que queríamos hacer y mostrar que va más allá de la violencia. Por ejemplo, no hacemos muchas expresiones faciales durante la obra, si las hiciéramos, fácilmente serían entendidas como acciones salvajes; al no hacerlas algunas personas conectan lo que hacemos con un juego, un juego de niños por ejemplo, como los animales que entrenan cuando son jóvenes, tampoco muchas personas se conectan con una referencia de violencia. Para nosotros no es violencia, puede tener que ver más con la idea de tacleadas como en el deporte o como un fiero patineto que comete errores y cae al piso y duele mucho, pero no es violencia lo que vive, tiene que ver con niveles de contacto: este es suave, este es duro… pero para mí no hay tanta diferencia en su forma social… trato de pensarlo así.

Muchas personas dicen que quieren unirse (chicas y chicos), no sé por qué, pero aquí en Japón hay menos oportunidad de tocar a otras personas, probablemente comparado con México en Japón hay mucho menos momentos donde la gente se toca… Nosotros no nos abrazamos –risas-
De cualquier manera, las reacciones hacia Contact Gonzo han sido diferentes, por ejemplo en el MOMA, algunas personas no pudieron continuar viendo, personas golpeando a otras personas… en ese tiempo sentí algo de diferencia cultural, como que estaban teniendo una ”alergia” al observar acciones violentas, pero otras personas se divirtieron y hablaron de cómo de niños jugaban y podían ir más allá de un lugar seguro.

 

Continuará…

 

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