Bailarina, coreógrafa y Directora del Fanfarre Festival en Kioto
Dar voz a los más jóvenes

Cuando hice mi itinerario de investigación sobre creadores en Kioto, la Saison Foundation me recomendó conocer a la bailarina, coreógrafa y gestora Kita Mari porque en los últimos años ella ha sido una pieza clave de la difusión del quehacer de la danza contemporánea de Kioto, dando énfasis en abrir espacios para que los creadores más jóvenes se den a conocer a través del Dance Fanfarre Kyoto. Tanto su hacer como el de Yusuke Hashimoto, director del Festival Kyoto Experiment han puesto –desde distintas perspectivas- a Kioto en el mapa en materia de artes escénicas, balanceando de a poco, la tendencia a centralizar el movimiento escénico a Tokio.

Kita Mari –que tiene la apariencia de una adolescente- me cita en la –Kyoto Univeristy of Art and Design-, donde ensaya una obra que presentará la próxima semana

MARIANA. En el 2013 se llevó a cabo el primer Fanfarre Festival, ¿por qué la inquietud de crearlo?

KITA. Las personas que estudiaron danza después del 2000, se graduaron aquí en Kioto y han tendido a crear comunidades poderosas, pero no hay conexión de comunidades universitarias, no se conocen y no se expanden, tampoco hay muchos críticos que trabajen en Kioto y no hay un “alguien” que conecte con las nuevas generaciones, aunque la escena precisamente esté constituida por estas distintas generaciones, así es que por eso quise crearlo; además, no sé exactamente cómo pero la danza contemporánea de Kioto es distinta a la de Tokio, como si tuvieran 2 distintos mercados y hay que darle lugar al de Kioto.

M. ¿Cómo opera este Festival?

K. Lo hacemos cada año y es programado por dos o tres personas –artistas y gestores- para que personas en sus ‘20’s presenten sus trabajos. Sobre qué programar, en el 2012 se fundó We dance, un espacio de encuentro para que artistas jóvenes que se reunieran a saber y discutir qué estaban haciendo, porque no se conocían. A partir de We dance, en el 2013 reflexionaron juntos sobre lo sucedido en el Fanfarre Festival, y a partir de esa reflexión se programó el 2014.

Durante el festival hay un equipo interdisciplinario que asigna directores que programan y por supuesto, surgen discusiones colectivas. Cada programa se basa en la colaboración de la región de Kansai (Kioto, Kobe, Osaka), siendo una oportunidad para que la gente de esta área se conozca y se impulse una mayor movilidad.

La sede del festival es una escuela primaria* donde hay 4 días de presentación de obras, lecturas, ensayos.


…no hay conexión de comunidades universitarias, no se conocen y no se expanden


M. ¿Y cómo se ha ido fomentando el ejercicio de la crítica, por qué es importante?

K. Para mí, la crítica no debería ser escrita sólo por críticos, queremos que la discusión y reflexión se extienda también al público y otros artistas, no sólo los críticos, y así lo hemos abierto, es importante porque así pensamos juntos la danza… también nos interesa la idea de guardar el texto como archivo.

M. ¿Cuándo crearon este festival para creadores jóvenes, cómo respondieron las otras generaciones a este fenómeno, asisten?

K. ¡Sí! Respondieron bien, hay una buena relación con las otras generaciones que asisten a ver las piezas.

M. ¿Piensan conservar el festival a nivel local, han pensado en tener invitados internacionales?

K. La idea también es ir abriendo este festival a nivel internacional, pero pensando bien a qué queremos acceder, por ejemplo a nivel entrenamiento hemos tomado Hatha Yoga, contact improvisation, etc. pero quisiera a la vez que accediéramos a una cultura que no conozcamos y otras formas de mover el cuerpo.

Me interesaría conocer a artistas que han encontrado su propia representación, su propio método, que han encontrado una voz propia.

 

* Este fenómeno se debe a que la tasa de natalidad en Japón ha bajado considerablemente en los últimos tiempos, por lo que ya no se ocupan el mismo número de escuelas primarias, llevándolas así al abandono; a partir de este fenómeno varias iniciativas culturales han ocupado y transformado estas escuelas, reciclando su uso. Un ejemplo de reciclaje de escuela primaria que se convirtió en un espacio cultural, es el Kyoto Art Center.

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